Debe ser muy grande el placer que proporciona el gobernar, puesto que son tantos los que aspiran a hacerlo
Voltaire
¿Cuánto tiempo puede voltearse la cara hasta que la realidad te obligue a verla? ¿cuánto desgaste puede permitirse antes de tomar las riendas de un gobierno? ¿cuánta afectación y desconfianza ciudadana es tolerable, antes de que se sustituya a los miembros de un gabinete que no están realizando la tarea encomendada?
¿Cuánto tiempo es suficiente para pagar un compromiso de campaña, entregando a los aliados cargos públicos? ¿cuántas irregularidades pueden cometerse sin que los ojos del que toma las decisiones se posen sobre ellos o los reconvenga por tal actuación? ¿Cuántos compromisos se hicieron para lograr la alternancia? ¿los compromisos se hicieron sólo con los partidos políticos, o aún nos falta padecer las consecuencias de los que se hicieron con los grupos económicos? Para el gobierno del cambio seguramente valió la pena ¿valdrá la pena también para los ciudadanos?
¿Será necesario llegar a las elecciones del 2018 para concluir los compromisos políticos y reacomodar el gabinete? ¿dependerá del cumplimiento de compromisos políticos la estabilidad del gobierno de Carlos Joaquín González? Si lo anterior es así ¿ajustar ahora al gabinete puede tener realmente afectaciones políticas profundas? ¿puede sacrificarse el correcto actuar gubernamental, en aras de mantener posibles alianzas electorales con miras al próximo proceso electoral?
Por cierto, en el Partido Acción Nacional (PAN) no se observan figuras cuya importancia sea suficiente para competir por los cargos federales y las alcaldías en 2018, y sin la influencia que tuvo el actual mandatario en campaña, muy pocos podrán reafirmar los espacios legislativos que tienen; en contraparte, el Partido de la Revolución Democrática (PRD), más temprano que tarde romperá la actual alianza y se irá con la Morena de Andrés Manuel López Obrador, entonces ¿con quién se quedará el gobernador Joaquín González, o cuándo comenzará a impulsar figuras ciudadanas? ¿no debiera por eso mismo evitarse el raudo desgaste que está teniendo –innecesariamente- su gobierno? ¿O también el gobernador se irá con Morena, y dejará de lado a los partidos, por lo menos a uno, el PAN, que lo llevaron al poder?
Porque si el gobernador también se va con Morena, todo comienza a tener sentido, como permitir el descontrol gubernamental o los excesos en el Legislativo, esa isla de impunidad a la que nada parece alcanzar. Cuando aún eran los tiempos de campaña, se destacaba que el ahora mandatario había “nacido con oportunidades”, que el dinero no era su ambición; pero entonces ¿a qué aspiraba? Porque Quintana Roo ya requiere un gobierno actuante y eficaz.
Ahora bien, la vida de reyes que se están dando los diputados si se está viendo ¿verdad? Porque eso también contrasta con la racionalidad y mesura planteada por el mandatario, quien a pesar de su acomodada cuna tiene una actitud muchísimo más humilde que sus “aliados”; por cierto, es posible cambiar la presidencia de la Gran Comisión del Congreso local? ¿El compromiso de desaparecerla, puede ser desde ahora? Porque el diputado Eduardo Martínez Arcila y los cinco integrantes de ese órgano parecen estarla disfrutando mucho, entre camionetas de lujo, mansiones rentadas con cargo al erario, vuelos sin limitación y vales de gasolina “a discreción.” Ese es el verdadero rostro del “cambio” que los quintanarroenses están viendo.
Si todo lo ocurrido hasta ahora no es suficiente para realizar cambios y ajustes en la estructura y estrategia, planes y proyectos gubernamentales ¿qué tendría que suceder para que se realicen? Aún más, si el equipo gubernamental no ha terminado por ajustarse a estas fechas –hoy 25 de enero que se cumplen cuatro meses de asumir el primer gobierno de alternancia- ¿hasta cuándo se permitirá que los funcionarios sigan aprendiendo, echando a perder? Todas las anteriores son preguntas al vuelo, y las respuestas la esperamos aquí, A Tiro de Piedra.